me encuentro saliendo, ojalá sea así, de un proceso en el que me siento pobre de solemnidad, supongo que el miedo ha tocado a mi puerta y lo he dejado entrar, pobrecito de mí,
y busco fuerzas para salir de donde me metido, para sacar a mi invitado de mi casa, o para salir de paseo si él se quiere quedar a vivir ahí,
y mientras eso ocurre, recibo regalos de mis amigos, una imagen de Pedro, una frase de John, un post de Leonardo, otro de Joaquín, y pienso que en verdad no estamos solos, tampoco en la noche oscura de nuestra alma,
tal vez hoy no estoy iluminado, pero un cariño se acerca con una cerilla, y la oscuridad se convierte en penumbra, se divisa la puerta, qué bueno salir al aire libre y pasear, y ejercitar de nuevo este ejercicio de dar y recibir,
de recibir y dar,
quién sabe cuál es el orden, que nos sana, y nos ayuda a seguir.
«Como están acostumbrados a alcanzarlo todo del mundo exterior, tanto si se trata de seres o de cosas, los humanos tienen siempre necesidad de recibir… E incluso de tomar, ya que cuando no reciben lo que esperan, buscan obtenerlo por todos los medios, incluso los más ilícitos. Y he ahí el lado malo de esta costumbre de esperarlo todo del exterior. Aquel que logra sentir que lo posee todo en él mismo, se siente tan rico que experimenta la necesidad de dar a los demás algunos de los tesoros que ya no puede contener.
Aprended pues a buscar la riqueza en vosotros mismos. Al principio, es posible no encontréis gran cosa, pero poco a poco quedaréis deslumbrados por la abundancia, la belleza de lo que llegaréis a descubrir. Entonces sólo pensaréis en compartir con los demás, y teniendo esta necesidad de dar siempre, os acercaréis a la Divinidad. «
Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86), Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: Paisaje en Toledo abril 2016 (cortesía de Carchín Oriol)
y observo cómo se juntan, sin querer, en el post de hoy, el miedo con el gesto de tomar,
tan diferente de esos 2 gestos que pretendo apreHender,
el gesto de recibir y el gesto de dar.