salgo de la segunda sesión para mí del téléfono de la esperanza, en la que hemos tratado el tema 5, incomprensible, ¿verdad?
es muy sencillo, en la primera sesión del grupo yo estoy en México, y hago pellas, pira, no sé cómo le llames tú, falto, y en la tercera tengo una presentación del cuentacuentos en el colegio de psicólogos, y priorizo.
en alguna de las 2 han corrido dos sesiones, por lo que la cuenta empieza a cuadrar, mi primera es la segunda del grupo, mi segunda es la cuarta del grupo, y en algún sitio del camino hemos avanzado un tema adicional, cinco.
en la sesión tratamos el módulo de la respuesta en un proceso de escucha activa, que se compone de 5 elementos, que tiene 3 fases fundamentales:
- 1 me hago consciente de qué sientes, cuál es tu emoción,
- 2 me hago consciente de los detalles que rodean tu explicación, qué, quién, cómo, cuándo, de lo que en el teléfono se viene a llamar el problema objetivado, ese tema que la otra persona te plantea,
- 3 junto el primer aspecto con el segundo,
y paso a devolverle 1, 2 y 3, de forma verbal,
- 1 tú sientes,
- 2 tú dices que, me cuentas que,
- 3 tú sientes porque …
y ya en la devolución estamos en la fase 4, que corre antes de la 5, cuando corremos la lista de comprobación, ya en el ejercicio de retroalimentación, feedback para los “inglesos”, ¿realmente se trata de eso, o hay algo que corregir, matizar, comentar?
me encanta el proceso porque no se trata de inferir ni de adivinar, se trata de escuchar y repetir, de parafrasear, de poner a la persona a la escucha de sus propias palabras, para que en un momento surja un ajá, una nueva comprensión de su propia forma de pensar, de sentir, y de procesar su situación, para que recobre su responsabilidad en el asunto que le mueve, que le trae o le lleva por el camino de la perdición (figurativamente).
me encanta el proceso por simple, porque no requiere un salvador, porque no requiere un solucionador.
me acuerdo de un papel de Travolta, el bailarín, pasados los años de su primer éxito, en una película de Quentin Tarantino, Pulp Fiction, en la que recibe la ayuda del Señor Lobo, que se presenta con un lacónico “buenas, yo soluciono problemas”.
nota para el recuerdo, NO se trata de eso, NO se trata de solucionar problemas, sino de acoger a la persona, de que se sienta aceptada, de escuchar su mundo emocional, de hacer contacto.
salgo de la teoría y me sumerjo en la práctica, de hecho es al revés, la práctica se sumerge en mí, con dos conversaciones por guasap, una con mi madre, y otra con Silvia, mi pareja, creo que voy a tener ocasión para practicar la escucha activa y el retorno.
5 – 4 – 3 – 2- 1, se rueda.
en el proceso de prepararse para el ejercicio me acuerdo de 2 emociones que se entrecruzan con demasiada frecuencia en nuestras vidas, la rabia y la tristeza, y repaso mis apuntes básicos al efecto, y de la teoría que me aporta Arancha Merino en su libro.
la rabia trata de las injusticias, mientras que la pena trata de las pérdidas.
a veces aplicamos rabia en vez de procesar una pérdida, es normal en los procesos de duelo, antes de aceptar totalmente la pérdida a veces nos instalamos en la rabia rabiosa, esa que nos lleva a rabiar y a seguir rabiando, la rabia “mala”, en vez de la “buena”, que nos lleva a juntar fuerzas y a hacer cosas nuevas.
a veces aplicamos la tristeza cuando toca rabia, cuando hemos sufrido una injusticia.
y adicionalmente, una reflexión personal, qué complicado es escuchar a una persona cuando expresa las dos, y además nosotros estamos involucrados, también nos mete en su perfecto galimatías de emociones, en el que su rabia y su pena, a veces no desentrañadas, se juntan con las mías, su rabia, mi pena por ver el estado en la que la persona a la que quiero me dice lo que me dice, su pena, y mi rabia, por la injusticia (falta de correspondencia con lo que me merezco) que observo.
te veo, te escucho, me veo, me escucho, tomo distancia, ¿qué sientes?, ¿qué siento?, un ejercicio para una vida, para dar y tomar, no nos van a faltar oportunidades de practicar, y mejorar, y mejorar, y mejorar, porque la práctica hace el maestro.
me quedo con la tranquilidad de que no hemos venido aquí a solucionar nada, ni lo tuyo, ni lo suyo, de mamá, ni lo mío.
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dejo posar las emociones durante la tarde y la noche, y observo qué fácil es pasar de la pena por el otro, me da pena dónde está, o dónde se mete el otro, en un sentimiento relacionado con la pérdida, en realidad pierdo la imagen más bonita que yo hago de esa persona al ver que no está ahí, a la rabia, una rabia que tiene que ver con la injusticia que siento, una injusticia relacionada con el mal trato que desde ese sitio me ofrece a mí.
es el ego que está actuando, que se siente juzgado, criticado, que se engancha, lo sé, pero es difícil separarse de él, y me tengo que repetir, ese sentimiento que me ofreces no es yo, no es yo, no es yo, te lo devuelvo, o lo dejo en paso.
y voy entendiendo cómo muta esa energía cuando pierdo la necesaria separación con los hechos, porque si acepto que esa persona no soy yo, es ella, definitivamente no toca rabia, y me quedo con la pena de verla ahí.
es su infierno, más si yo no estoy aquí para solucionar su situación.
porque no eres lobo, ¿te acuerdas?